La idea de las escuelas en la naturaleza no es nueva, fue creada en Dinamarca en la década de 1950, convirtiéndose en una parte integral del plan de estudios para niños en edad preescolar. Expertos han demostrado que los niños que asistían a las llamadas “Escuelas Bosque” (o Forest School) llegaban a la primaria con fuertes habilidades sociales, capacidad de trabajar en grupos de manera efectiva, una alta autoestima y confianza en sus múltiples competencias. Esto generó que estas propuestas educativas ganaran cada vez mayor aceptación y se expandieran por toda Europa para hacer frente al llamado “trastorno por déficit de naturaleza” (término acuñado por Richard Louv), el cual reconoce la erosión de este hecho por la urbanización de la sociedad humana.
Aunque todos estos espacios educativos inmersos en entornos naturales tienen como principal objetivo fortalecer el vínculo entre el niño y el medio ambiente, muchos de ellos además logran establecerse como escuelas propiamente dichas abordando contenidos curriculares.
Las Bosque Escuelas de carácter británico, en cambio, se separan completamente de este tipo contenidos, ofreciendo un programa complementario a la educación formal y utilizando los recursos naturales para inspirarse y fomentar la motivación intrínseca.
¿Qué hacen los niños en la Bosque Escuela? Juegan, exploran, crean, asumen riesgos, conocen la flora y la fauna local, aprenden a manipular herramientas, construyen, hacen fuego… Las sesiones iniciales establecen ciertos límites físicos y de comportamiento, y a medida que los niños van avanzando se les ofrece la oportunidad de asumir estos riesgos con el apoyo adecuado.
Gran parte del juego libre y las actividades guiadas que tienen lugar en las sesiones de Bosque Escuela se corresponden con los 6 tipos de juego de riesgo definidos por Ellen Beate Hansen Sandseter:
1. Juego en grandes alturas: escalar árboles, subirse y saltar de rocas o troncos, trepar cuerdas, etc…
2. Juegos a grandes velocidades: carreras, correr en terrenos inestables y en pendiente, etc…
3. Utilización de herramientas: destornilladores, martillos, taladros, sierras, cuchillos, tijeras, agujas, palas, etc…
4. Juegos cerca de elementos peligrosos: agua, rocas, climatología adversa, fuego, insectos, plantas y animales silvestres, terreno resbaladizo, etc…
5. Juego brusco: lucha, caídas, juego de contacto, juego con piedras y palos, etc…
6. Jugar a desaparecer o perderse: escondite, exploración independiente del bosque, orientación, etc…
Aunque esto podría parecer peligroso, todas las experiencias tienen un proceso de riesgo-beneficio administrado por la guía y la persona participante. Beneficios entre los que se encuentran el hecho de aprender sobre sí mismos y sus límites, afrontar miedos y ganar autoconfianza, entender y aprender a utilizar el cuerpo, gestionar los peligros y riesgos, adquirir habilidades para la vida, al igual que habilidades físicas y sociales, sentir grandes emociones, ganar autoestima, entre otros.
Las guías poseen no sólo una titulación especializada, sino que además deben tener una cualificación actualizada de primeros auxilios que incluya elementos pediátricos.
La Bosque Escuela británica está regulada por la Forest School Association, y todas sus actividades están respaldadas por documentos de trabajo que contienen todos los protocolos y procedimientos necesarios para su correcto funcionamiento. Además de contar con seguro por accidentes para todos los niños participantes.
Si todavía no viste el Mini-video, hacé click en la foto de abajo:
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